En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza.
Oscar Wilde
"Ni la gente, no
yo misma nos habíamos dado cuenta de la importancia del amor y la caricia. Que
la ternura es tan importante para la mejoría o la curación tanto como lo es el
antibiótico o el calmante. Dejarnos sin la mirada tierna, sin la presencia presente,
no solamente la que “sabemos” que tienen las personas queridas, es dejarnos
casi abandonados.
Cuando se da un
proceso de enfermedad grave como el cáncer, frente al cual se sienten
impotentes por no poder hacer nada que a uno lo mejore, toman distancia por la
angustia que esto produce, no solamente por ver ante sí la campana humana que
en su tañer nos
vuelve a recordar sobre la posibilidad de la muerte del enfermo si no también
de la propia muerte. Se alejan, por “cuidado”, por no ir con más problemas al
lado de lo que ya tiene con su salud, porque lo que les sucede es una “pavada” al
lado de lo que ellos padecen. Por querer “cuidar” se alejan y abandonan y es
como adelantar la muerte del enfermo por no poder compartir lo natural de la
vida cotidiana.
Si uno está con
una enfermedad grave, aparentemente incurable, también se le resta la
posibilidad a sus otras partes vivas, como poder ejercitar la escucha, la
solidaridad, el acompañamiento. Parece que si estamos enfermos no podemos ya
ayudar a otro, cuando en realidad estamos desarrollando una sensibilidad
especial, tratando de activar recursos para la mejoría y la sanación, que bien
pueden ayudar a otros, aunque sea en otros planos.
Vivir con
plenitud es estar despierto, consciente. Vivir intensamente el dolor, la alegría,
el bienestar y el malestar. No es la plenitud exaltada que la sociedad nos
vende. Es la consciencia. Cuando uno se entera de su enfermedad, uno piensa y
los demás te dicen: a vivir a pleno lo
que te quede. Pensas en viajar, en cantar, en jugar, en hacer todo aquello
que te hubiera gustado y que no hiciste o profundizar lo que te gusta.
Aparece un
concepto, un esquema de creencia respecto de lo que es vivir a pleno: La
felicidad! El goce! Ese es solo un aspecto posible, una forma que esto puede
tener, y es también una exigencia, porque si no se puede hacer nada de eso, “está
mal”. Es el cuerpo físico, en el aquí y ahora el que te permite darte cuenta de
las posibilidades y de las limitaciones.
Queres bailar, pero
el dolor o el malestar no te lo permiten. Queres dibujar y la baja presión te
obnubila la consciencia y resta fuerza a tu mano. Entonces, por eso no vas a
vivir a pleno? O acaso que estés enfermo no es parte de la vida? Los muertos no
se enferman.
La plenitud se alcanza cuando uno logra
aceptar la realidad con humildad y ver desde la consciencia, desde su ser más interior, qué caminos quiere para mejorarse, qué trabajo puede realizar para
retornar a la salud, para aliviar el dolor. Esto no podría hacerse si uno no
está conectado con lo que le pasa.
Si ocupo mi
energía en pensar y mortificarme porque no puedo bailar, “que traería plenitud
y realización”, no estoy administrando bien mi energía. En cambio, puedo tratar
de ver que puede calmar el dolor, que medicina y en que plano: físico, mental,
emocional, espiritual y luego ver si, por ejemplo, puedo serenamente
visualizarme bailando, hasta que pueda hacerlo con todo el cuerpo.
Los demás no lo
saben, quizás nosotros tampoco, pero es fundamental darnos cuenta y aprender a
pedir y mostrar al otro, desde el corazón y con humildad que necesitamos
fundamentalmente Amor, cuidado y Ternura, en el mismo nivel que la química de
la medicina. Porque si no, perdemos todos. Nosotros porque nos abandonan,
aunque no sea la intención. Los otros se quedan sin nuestra solidaridad,
nuestro amor, las partes que tenemos sanas para compartir y así todos nos
quedamos solos, sin querer, matando antes de tiempo, porque no dejamos que el
Ser se exprese desde donde pueda.
No es necesario
que estemos perfectos para ayudar a otro. Siempre, trata de acercarte. Llorar
juntos frente a la impotencia también es una profunda compañía que de por si
vence la impotencia. Algo fundamental se hizo: llorar y estar juntos. Luego,
seguramente, y no me quepa duda, vendrá La Luz."
Paulina Dora Kweller
Una breve reseña sobre esta nota
Paulina, mi mamá |
Durante mi adolescencia mi mamá enfermó de cáncer de colon. Fueron dos años muy duros, en los que aprendí sobre la vida, la enfermedad y la muerte. Se que gran parte de lo que doy como terapeuta tiene raíces muy profundas en las enseñanzas que ella me fue transmitiendo en el tiempo que nos fue dado compartir y en esa experiencia tan fuerte que nos tocó vivir en familia. Ella fue mi primer maestra.
Hace unas semanas, buscando otros papeles, encontré este borrador que escribió tres meses antes de morir. Seguramente ella hubiera pulido mucho el texto antes de publicarlo, pero no tuvo tiempo. Yo quise dejarlo tal como lo encontré, en bruto, con la fuerza misma que la impulsó a escribirlo.
Son palabras que pueden guiar y ayudar a quienes están atravesando momentos difíciles, enfermedades, acompañando seres queridos que están enfermos o prontos a morir.
Si sus palabras resuenan adentro tuyo, te sirven y ves que le pueden servir a personas que conoces, podes compartirles su mensaje. Se que ella estaría muy feliz de saber que su experiencia sirvió para ayudar a otros.