8 may 2020

El niño y el espíritu del bosque






Él, con sus 10 años, se sentía diferente a los demás. Ellos creían en un Dios católico y él no. Ante todo amaba la libertad, el libre pensar y la posibilidad de encontrar a Dios en cualquier parte y de cualquier forma.

Sus compañeros se burlaban. “Soy diferente”, pensó. Y si no quiero quedarme solo para siempre, tengo que buscar la forma de encajar. Ese día, cuando tomó esa decisión, comenzó a sentir el peso de una roca en sus espaldas.

Varios meses después, cuando volvía del colegio, sintiendo que esa roca era cada vez más pesada, el espíritu del bosque se le apareció. 


- ¿Por qué llevas esa roca en tus espaldas?- preguntó, curioso, el espíritu del bosque.


- Porque soy diferente- respondió el niño con la voz quebrada, casi llorando.

- ¿Y qué tiene de malo ser diferente?

- No, no hay nada de malo. Es que siento un vacío inmenso, una soledad demasiado dolorosa. Creo que la única forma de dejar de sentirla es lograr que ellos me acepten y, así, yo pueda ser parte.

- ¿Prefieres sentir la carga de la piedra que ese vacío?

- Si. Este dolor lo puedo soportar. El otro no.

- Entonces estás usando la carga de la piedra como un tapón.

- Si, puede ser...no lo había pensado.


- Fíjate una cosa: cuando dices “yo soy diferente”, estas creyendo que todos los demás son iguales excepto tú y eso no es verdad. Cada uno es único. En el bosque, cada flor, cada raíz, cada fruto, aunque sean de un mismo árbol o de la misma especie, de lejos parecen iguales, pero todos tienen algo particular y único y, en el conjunto, esa diversidad es necesaria para el equilibrio. Cuando crees que el diferente eres tú, para ser parte tienes que forzarte a ser de un modo que no eres. Pero cuando reconoces que eres único, al igual que cada uno de los seres de la creación, puedes ser tal como eres e integrarte, que es muy diferente a tratar de encajar.


Al escuchar esas palabras la roca que llevaba en sus espaldas fue haciéndose más pequeña, hasta convertirse en una pelota con la que podía jugar. 

- Ahora tengo que regresar al bosque - le dijo el espíritu 

Y antes de que el niño terminara de pronunciar la palabras “gracias”, desapareció.

Gabriela Santermer

Cuento inspirado en una sesión que di esta semana.
Foto: Spencer Byles

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te invito a dejar tus comentarios, experiencias, propuestas, para nutrir este blog con tu aporte. Tu feedback es super bienvenido.
Muchas gracias por participar!