6 mar 2018

Desear el bien




En las Islas Salomón cuando los nativos quieren una parte del bosque para cultivar, no cortan los árboles. Solo se reúnen alrededor del árbol y gritan insultos. Lo maldicen. En cuestión de días el árbol se marchita. Se muere solo.

de la película Like stars on earth

Durante el mes de enero, cada día publiqué una propuesta para ampliar la consciencia de la gratitud, bajo la óptica de que en un corazón donde hay gratitud, no puede haber odio al mismo tiempo.

Cuando el estado de gratitud se instala, nuestros pensamientos comienzan a cambiar su cualidad. Esa voz que critica, juzga, maldice va dando lugar a otra mas conectada con la bondad. Puede suceder que de pronto nos encontremos deseándole el bien al otro. Es lo que se conoce como bendecir. 


Cada vez que pensamos, hablamos o accionamos, estamos sembrando o regando una semilla. La palabra karma ahora se escucha mucho y suele estar teñida de una connotación negativa. Sin embargo, para los antiguos sabios, no había una catalogación. Simplemente, de la misma forma que una semilla es potencialmente un árbol, que a su vez puede dar frutos y semillas, lo mismo sucede con nuestras acciones.

Cuanto más conscientes seamos de este proceso y más responsables nos reconozcamos sobre lo que vamos creando, mayor es también nuestra fuerza y empoderamiento. Si reconocemos nuestra responsabilidad podemos corregir o potenciar algo. Podemos elegir qué semillas queremos almacenar, sembrar, regar en nuestras vidas y cuales vamos a desinstalar.

Hace poco tuve que ir al centro para hacer unas compras. Elegí un día que para mi fuera tranquilo, por si tenía demoras debido al tránsito. 

A la vuelta esperé en la parada del colectivo casi una hora y no vino. A unas cuadras había una estación de subte y decidí tomarlo, aunque después iba a tener que tomar otro transporte más.

Como estaba frustrada con la espera estéril del 146, antes de bajar por la boca del subte decidí elegir que actitud iba a adoptar si estaba lleno. Recordé que una vez había leído que los monjes budistas bendicen todo lo que su mirada toca. Me inspire en ellos y me propuse desear el bien e irradiar amor. 

El subte estaba repleto de gente y era realmente incómodo viajar. Respiré profundo, me centré y comencé a irradiar amor y el deseo genuino y profundo de que todos estuvieran bien y que sean felices. A medida que lo hacia, sentia un campo de protección alrededor de mi. Me imaginaba que esa energía llegaba a cada persona y luego se impregnaba en el vagón y quedaba vibrando para todos los que se fueran subiendo.

Cuando faltaban pocas estaciones para la que yo tenía que bajar, me acerqué a la puerta. Delante mío había un joven. Estábamos enfrentados, casi pegados uno al otro, entonces baje mi mirada e internamente le desee el bien. Mientras estaba ensimismada en ese proceso, él me dijo: - me reconociste?- Levanté la vista, sorprendida de que haya sentido algo de lo que estaba haciendo silenciosamente.
 - le respondí, aunque era la primera vez que lo había visto en mi vida. De alguna manera, reconocer al otro es ver su alma y yo le estaba deseando el bien a esa alma.
- Cómo?, me viste tocar en el subte? 
- No, nunca te vi tocar en el subte. Hace más de seis meses que no viajo por esta línea. Creo que reconocí tu alma.

El se quedó un poco confuso y yo estaba asombrada y divertida. Conversamos un poquito y enseguida llegó mi estación y me bajé. Caminé unos pasos y escuché una voz a mis espaldas que me decía "espera!". Me detuve. Cuando giré vi que era él. Me dijo que quería regalarme una canción. Yo sonreí y acepté. El sacó la guitarra de la funda y me dedicó un tema hermoso del flaco Spinetta

Mientras cantaba, pasaron dos o tres subtes. La sensación era la de estar irradiando algo muy hermoso para todo ese mundo subterráneo. El mundo se había detenido en esa canción mientras la gente bajaba y subía apurada a los vagones.

Cuando terminó le agradecí, fue natural darnos un abrazo y me fui. Yo sabía que lo que me estaba llegando era parte de lo que había irradiado. 

Otras veces que lo hice no pasó nada como esta experiencia que acabo de contar. Fue solo un estado interno que me produjo mucho bienestar.

Te invito a probar la experiencia de desear el bien a toda persona que te cruces durante un dia entero, sin esperar nada, por el simple hecho de nutrir el bien en tu corazón. Desearle el bien a quienes viven con vos, a aquellos con los que estas enojada/o, al conductor del colectivo, a los pasajeros, a los peatones (crucen bien o mal), a tus compañeros de trabajo, a tu jefe o a tus empleados, a los políticos que salen por la tele, a todos, a cada uno, desearles el bien.

Al final del día, observa como te sentis.

Deseo que goces de plena salud, que siempre haya alimento nutritivo para vos y tu familia, que seas feliz.

2 comentarios:

  1. Mauricio Santermer8/3/18, 19:56

    Muy inspirador Gabita. Genial para practicarlo!! Bendiciones!!

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    Respuestas
    1. Muchas gracias papi! despues contame tu experiencia. A mi me resulta muy placentero cada vez que lo hago. Siento que la bendición que emito, me vuelve para mi tambien.

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