El milagro humano es éste: cuanto más compartimos, más tenemos.
Leonardo Nimoy
Cuando expando mi consciencia, puedo reconocer que más allá de las personas que integran mi linaje, hubo muchísimos otros seres que me precedieron y que con su aporte hicieron posible no sólo que yo este aquí, sino también me facilitaron gran cantidad de procesos.
Puedo agradecer a mi linaje profesional, a todos esos colegas que, con su investigación, creatividad, desarrollo, hicieron que mi proceso de aprendizaje fuera más veloz que el de ellos y me simplificaron el ejercicio de mi carrera.
También puedo extender mi gratitud a todos los hombres y mujeres que, desde el principio de los tiempos, amaron el suelo argentino y fueron forjando el país donde hoy puedo vivir.
Este pensamiento me lleva a considerar a toda la humanidad desde el principio de los tiempos. Tengo presente a los primeros humanos que descubrieron el fuego, gracias a lo cual hoy tenemos las cocinas, los artefactos luminosos y tantos otros elementos que nos facilitan la vida. Luego a los que descubrieron la rueda, precursora de vehículos, motores, y tantas otras cosas. Los que desarrollaron las formas de almacenar alimentos, que nos abrieron las puertas a estabilizarnos en un territorio. Los que se dedicaron a confeccionar ropa, gracias a lo cual nuestro cuerpo tiene abrigo. Los que desarrollaron los conocimientos para construir casas, calles, pueblos. Los que conocieron las plantas y sus propiedades curativas, gracias a lo cual se desarrolló la medicina. Los que investigaron el cuerpo humano, desde la ciencia, desde las disciplinas deportivas, las de autoconocimiento, las terapéuticas. Los que desarrollaron el arte, rico alimento para el alma. La lista puede ser infinita.
Hubo tantos que con su vida contribuyeron a la mía. La mayoría de ellos, anónimos, como muchos de nosotros lo somos para otros. Somos una gran red, un entramado de consciencia.
Hoy te propongo pensar en todos ellos, los ancestros que tenemos en común con toda la humanidad y agradecerles su vida, su camino, sus búsquedas y descubrimientos. Agradecerles es honrar la humanidad. Es honrar todos los aprendizajes, incluyendo los dolorosos. Poder tener en el corazón a toda la experiencia humana es el primer paso para una convivencia pacifica, integradora, compasiva y amorosa.
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